El cielo de Roma amanece nublado, y las primeras gotas de lluvia caen suavemente sobre las antiguas calles empedradas. Decidimos comenzar nuestro recorrido por el Coliseo, un monumento icónico que ha sido testigo de innumerables eventos a lo largo de los siglos.
En el siguiente video se muestra como dos hombres tienen que hacer esfuerzo extra para subir la silla de ruedas al bus. Este bus no es del todo accesible ya que no garantiza la autonomía de las personas debido a la pendiente de la rampa y metodología de uso.
En la actualidad, el Coliseo, que alguna vez vibró con luchas y emociones fuertes, se erige como un testigo silencioso del pasado en la hermosa ciudad de Roma. Ahora, lejos de las batallas, las familias y turistas exploran sus ruinas, reflexionando sobre la importancia de respetar la condición humana. El Coliseo, en su antigua majestuosidad, nos recuerda que, aunque las épocas cambien, el respeto y la valoración de la vida siempre deben permanecer como cimientos sólidos en nuestra sociedad.
Deseos para siempre
Había una vez una niña, que descubrió el poder mágico de los deseos. Su mamá le contó la historia de una fuente, según la tradición, concedía deseos a aquellos que con una moneda y con un fuerte amor concede deseos. La niña cerró sus ojos con fuerza y, con todo su corazón, pidió un deseo especial. Los días pasaron, y la niña comenzó a olvidar su deseo. Sin embargo, un día, algo maravilloso sucedió. Encontró un pequeño libro en el rincón más antiguo de la biblioteca de su abuela. En él, estaban escritos todos los deseos que ella y su familia habían hecho a lo largo de los años. ¡Cada uno de ellos se había cumplido! Entendió entonces que los deseos, aunque a veces parezcan olvidados, permanecen en algún lugar especial del corazón. Lejos de ser olvidados, florecen con el tiempo. Los deseos son como semillas que plantamos, y aunque no siempre podamos ver cómo crecen, el amor que ponemos en ellos hace que se conviertan en algo hermoso. Desde ese día, la niña aprendió a mantener sus deseos en su corazón, regándolos con amor y paciencia. Descubrió que los deseos no solo se cumplen, sino que también crecen y se transforman en algo aún más hermoso. Y así, entendió que el amor que ponemos en nuestros deseos es eterno, y que cada estrella en el cielo lleva consigo la promesa de un deseo que, de alguna manera, se convierte en realidad.
Siguiendo la tradición, lanzamos una moneda con la esperanza de volver a Roma algún día.
Con la ayuda de un servicio de autobús accesible, nos dirigimos hacia uno de los numerosos puentes que cruzan el río Tíber. Mientras admiramos las vistas, recordamos la importancia de estos puentes en la historia de Roma y cómo han sido testigos de la evolución de la ciudad a lo largo del tiempo.

